
Llegó cuando aún los rayos de sol quemaban mi piel a las cuatro de la tarde y el sol cegaba a las diez de la noche.
Sentí como el vello se encrespaba, a la misma vez que mi corazón quedaba reducido a un puñado de cenizas. Me pasé noche tras noche recapacitando sobre aquel día, un momento, un instante simplemente hizo que se volcara mi vida.
¿Cómo pudo suceder?
Pasaron meses, llegaron los vientos, las lluvias, llegó la Navidad, la nostalgia, tu día, mi día... Cambiamos de año y ello conllevó cambiar de vida, cambiarme a mi misma.
Me autoexigí cambiar el concepto que mi mente había construido a lo largo de años, me dispuse a mirar al frente con la misma seguridad que me otorgaste un día de mayo.
Y mírame, sigo en el mismo lugar que esa noche de agosto.
Con el paso de los meses comprendí lo qje había sucedido, que el frío que sentí en mi piel es el mismo que se ha quedado alojado en mi corazón.
Con el paso de los meses comprendí lo qje había sucedido, que el frío que sentí en mi piel es el mismo que se ha quedado alojado en mi corazón.